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Sierra de las Estancias I: por los caminos del agua

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Almería está atravesada por diferentes sierras que le dan un entramado especialmente montañoso a su geografía y que, en el caso de la sierra de las Estancias, cobija una serie de pueblos que, con el valle del Almanzora como referente, proponen una serie de atractivos al que todo buen pirata que se precie no debe de pasar por alto. Este es el viaje.
piedra loberaLúcar: vinos y aguas termales
El primer destino de este paseo por las Estancias es la serranía de Lúcar, en su parte más septentrional y una zona donde el valle del Almanzora regala muchas maravillas. Lúcar es pueblo con sorpresas como su emblemática Piedra Lobera, la masa caliza que corona esta parte de las Estancias, como sus aguas termales de la balsa de Cela, a pocos kilómetros del pueblo y limitando con Tíjola, siendo una piscina natural con un caudal que no suele bajar de los 26 grados centígrados y donde podremos tomar una tapa en Cano mientras vemos las vistas del valle. También nos podemos pasar por las bodegas Alto Almanzora, en el paraje del Marchalillo, y probar una muestra de sus vinos, cada vez más apreciados.
Cela 2
Tíjola, agua y embutidos
La siguiente parada es la vecina Tíjola y podemos iniciarla por la balsa de Cela pues en su vertiente tijoleña está una agradable casa rural, Casa Cela (607188454), que ofrece desde su cuidado jardín unas vistas impagables del Almanzora. Y es que el agua es también protagonista, al igual que Lúcar y demás pueblos del la comarca y de su importancia en el desarrollo de las civilizaciones da buena cuenta el Centro de Interpretación del Agua del Valle del Almanzora (visitas: 950420600 / 950426969). Si nos acercamos por la Cerrá de Bacares es todo un espectáculo donde el río realiza una labor de paciente escultor con manantiales como la fuente del Huevo o restos de molinos árabes que aprovechaban la fuerza hidráulica. En su iglesia de Santa Maria podremos apreciar uno de los mejores retablos de la provincia y, a la salida, sería imperdonable no parar por alguna de sus carnicerías y llevarnos una muestra de sus afamados embutidos como los de Gabino (950420508), en la calle de la Cruz.

Somontín, el balcón de talco
Este pintoresco pueblo de las Estancias tenia en la antigüedad su sustento en las minas de talco y jaboncillo que llegaban a llenar vagones en el tristemente desaparecido ferrocarril del Almanzora. Podemos apreciarlo en el sendero (PR-A-301) que lleva por el camino de la Cigarra, la rambla de Lúcar y la de Escuchagranos, hasta alcanzar el Camino del El Molinillo para llegar al Mirador de La Santa. Pero si algo tiene especial Somontín es su privilegiada situación como un balcón que se abre al Almanzora y que, si nos asomamos a lo que los vecinos conocen como el Pretil, veremos entre ohs! de exclamación una panorámica en cinemascope del valle desde Cantoria a Lúcar. Podemos finalizar la visita observando una de las iglesias más originales de Andalucía, la de Santa María, con su torre que nos habla de la antigua mezquita que cobijó el solar y las tres cúpulas rematadas en tejas.

Somontin Urrácal, la sorpresa escondida
Abrigado en la falda de las Estancias, Urrácal aparece como agazapado con sus casitas blancas que se disponen como una estrella en unas calles que parten de su iglesia parroquial de Santa María. Conocer su entorno, de bosque de pinares alternado por bonitos desfiladeros y barrancos podemos hacerlo en el sendero circular que llaman de la Escarihuela que, saliendo del pueblo nos lleva al Mirador de la Cerrá. Si vamos por el sendero de los Molinos, iremos acompañados del agua entre acequias, barrancos y ramblas, un elemento muy presente en estos pueblos de las Estancias, donde aún conservan sus lavaderos públicos.

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Sobre el autor

Es el oteador de este galeón pirata. Catalejo en mano, nada más llegar a puerto, se adentra en terreno desconocido para descubrirnos enclaves espectaculares cuya existencia es ignorada, incluso, por los propios lugareños. Tiene el don de retratar en forma de dibujos aquello que ven sus ojos y que otros ni imaginan. Ahora bien, le pierden las fiestas populares y si coinciden con alguna de sus expediciones, su regreso puede durar días.